Compromiso revolucionario, ciencia y humanismo: principios que rigen el accionar de los trabajadores de la salud

Cada 8 de agosto, Nicaragua celebra el Día Nacional del Trabajador de la Salud, fecha que honra no solo una profesión, sino una vocación profundamente arraigada en la historia y el desarrollo del país. Instituida por la Ley No. 657 en 2008, esta efeméride conmemora la reincorporación decidida del personal de salud tras el triunfo de la gloriosa Revolución Popular Sandinista en 1979, marcando el inicio de un modelo de salud comprometido con la restitución de derechos de las personas, familias y comunidades.
Hoy, en el siglo XXI, ser trabajador de la salud en Nicaragua representa mucho más que brindar atención clínica; implica enseñar, investigar, acompañar y servir con calidad, sensibilidad y cariño. Significa estar presente en cada rincón del país: en comunidades rurales, regiones autónomas, barrios urbanos, hospitales de referencia y puestos de salud. Se trata de escuchar, comprender y actuar desde una lógica de atención centrada en el protagonista.
Desde la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades hasta la rehabilitación, desde la educación comunitaria hasta la participación en políticas públicas, el personal de salud es promotor del cambio. Son líderes que sostienen el Modelo de Salud Familiar y Comunitario (MOSAFC), integrando ciencia y compromiso social en cada acción.
Además de brindar atención, el trabajador de la salud también realiza actividades de investigación cuando observa críticamente su práctica, documenta procesos, analiza datos epidemiológicos o cuando propone innovaciones basadas en evidencia científica y saberes locales. La investigación no es solo una herramienta académica: es una práctica viva y cotidiana que alimenta la mejora continua de los servicios, fortalece la toma de decisiones y garantiza una atención con mayor calidad, pertinencia y humanidad.
Esta mirada científica del quehacer en salud se potencia desde las aulas, los laboratorios, las comunidades y los servicios; se traduce en políticas, protocolos y estrategias más eficaces, coherentes con las realidades locales y distintivas del pueblo nicaragüense.
Equidad de género: reafirmando la participación de la mujer en todos los espacios.
En la actualidad, uno de los avances más significativos en el sistema de salud público es el reconocimiento del papel de la mujer como protagonista clave en la transformación del modelo sanitario nacional. El empoderamiento femenino en salud no es solo una conquista de derechos, sino una estrategia fundamental para alcanzar una atención más integral, sensible y efectiva. Las mujeres representan la mayoría del personal sanitario, rompiendo estereotipos y liderando procesos transformadores con enfoque de equidad y justicia social. En este sentido, es importante resaltar que Nicaragua ocupa el primer lugar en equidad de género a nivel latinoamericano y el sexto a nivel mundial.
Humanismo, calidad, cariño, respeto y dignidad: pilares del modelo de salud pública
“Salud para todos, con calidad y cariño”, no basta con garantizar el acceso, es necesario asegurar una atención que respete la dignidad humana, que abrace la diversidad cultural y que coloque a la persona en el centro del sistema y por ello nuestro Modelo de Salud Familiar y Comunitario es único en el mundo porque en él está el amor al pueblo y el pueblo en él, dinamizado por la red comunitaria más amplia de la región, quienes con valentía y entrega se suman al cuido de la salud para cuidar de nuestro pueblo nicaragüense.
Desde 2008, gracias a nuestro buen Gobierno Sandinista, el sistema de salud ha avanzado significativamente en cobertura, gratuidad y calidad. Estos logros no serían posibles sin el esfuerzo diario del personal de salud, que, con vocación, disciplina y profundo sentido humanista, sostiene una atención con cariño y amor al prójimo.
Cada jornada de vacunación, hospital en mi comunidad, mega ferias de salud, partos atendidos y visitas casa a casa, es un acto de amor al pueblo. Son hombres y mujeres que cuidan vidas, alivian sufrimientos y siembran esperanza. Reconocer su labor es una acción de justicia, pero también una inversión en el presente y el futuro de Nicaragua.
El trabajador de salud militante del FSLN se caracteriza por una entrega disciplinada y leal a los principios revolucionarios. Su liderazgo se manifiesta en la participación constante en actividades comunitarias y en la formación política y técnica permanente, reflejando los valores del modelo cristiano, socialista y solidario que inspira su trabajo diario.
La UNAN-Managua/CIES ratifica su compromiso de seguir formando profesionales integrales, capaces de conjugar el conocimiento técnico con la empatía, la investigación con la acción y la salud con la equidad. Porque fortalecer la salud pública es empoderar a nuestro pueblo, seguir promoviendo la justicia social y alcanzar la dignidad humana. Por la soberanía sanitaria que nos abraza en una nicaragua bendita y siempre libre, seguiremos por más victorias educativas.