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Del efecto dominó al jaque mate

Samuel Danilo Madrigal Fornos
Dr. En ciencias Políticas y Diplomacia por la Universidad de Paris X Nanterre, 1988
Dr. En Ciencias Políticas y Sociología Universidad Complutense de Madrid, 1995
Exalumno de Maurice Duverger.

La Política Exterior Norteamericana (1947-1989)

Los conflictos creados por los Estados Unidos en América Latina (el origen no está en las sociedades donde se desarrollan) son parte de una realidad que conforma el sistema internacional unipolar. Desaparecida la Unión Soviética, la política del Efecto Dominó, (la caída de una ficha involucraba la de sus vecinas al Este o al Oeste 1947-1989) fue sustituida en el plano internacional por las del efecto ajedrez, en las que se liberan batallas con cada pieza utilizando estrategias diferentes.

En el tablero político internacional la vigente política exterior norteamericana se mueve con el fin de recuperar su «patio trasero», jugando con ventaja en este terreno. Desaparecida la lucha Este-Oeste, la batalla es desigual, debido a que, en principio, las posibilidades de alianzas para igualar las fuerzas en confrontación son nulas, sin embargo, las reglas del juego y el plano de acción ha cambiado, ya no se trata de mover una ficha, para hacer caer a las demás.

Una vez diluida la estrategia de las dictaduras militares, tras el giro provocado a la Política Exterior de los Estados Unidos, por la Revolución Sandinista en 1979, (desaparición de regímenes dictatoriales por democracias formales), hoy tratan de establecer estructuras de dominación política, con nuevos medios y nuevos actores, teniendo en cuenta la deslegitimación de ciertas organizaciones políticas, como los partidos a nivel mundial. La idea de mantener los espacios favorables, les lleva a convertir la sociedad mundial, a algo parecido a la norteamericana, en donde los partidos políticos, no representan a corrientes ideológicas, donde los programas de gobierno de las organizaciones políticas en campaña son casi los mismos, y el Estado a cedido a la iniciativa privada sectores importantes de su administración.

En el tablero político nacional las nuevas estrategias de intervención tienen que volver a sus orígenes, no se trata de controlar aliados con sistemas de gobierno dóciles y homogéneos, la Política Exterior norteamericana, se ve obligada a poner en vigor nuevamente la Diplomacia del Dólar (Roosevelt 1904) y del Gran Garrote (Taft, 1908), utilizada en su momento, para homogenizar los regímenes oligárquicos de América Latina, por medio de la imposición de sociedades militarizadas, el objetivo ya no es el mismo, pero el resultado sí, por que consiste en recuperar los mecanismos de dominación, capaces de asegurar una influencia hegemónica.

Se trata, ya no de dar un papel fundamental a los notables de las oligarquías tradicionales, sino más bien de canalizar la acción (no hay sustancia reivindicativa) de ciertos sectores sociales, por medio de nuevos líderes, formados con el solo fin de desestabilizar un gobierno, designados para liderar movimientos, que se convierten en grupos de presión, en el que convergen como en los partidos «Catch-all», todos las corrientes inconformes, y que generan, como es lógico, (ya que no se mueven por principios ni valores), reacciones extremadamente violentas, con un trasfondo político católico-nacionalista.

Las nuevas agrupaciones, tal como han sido diseñadas, permiten canalizar cualquier sector en oposición al Gobierno, si no existen las razones para generar el inconformismo en la sociedad, las mismas agrupaciones identifican los espacios donde pueden generarlas con cuantiosas sumas de dólares provenientes del extranjero, entregadas a los agentes formados para crear las condiciones subversivas y contrarias a la estabilidad social y económica de las mayorías.

La identificación e utilización de lo que se denomina antojadizamente sociedad civil, en oposición a la sociedad política, consiste precisamente en politizar la sociedad civil, para no tener que crear líderes permanentes, sosteniendo representantes de sectores fácilmente substituibles, sin base popular, quienes, una vez conseguidos los objetivos que ni ellos mismos conocen, pueden ser substituidos por otros líderes, que tampoco conocen. ¿Quién conocía a Guaidó antes de ser ungido por la Administración Trump?, ¿Dónde están los grandes líderes de la Primavera Árabe?, ¿Quién recuerda sus acciones?, ¿Cuál es su influencia en las sociedades de esos países?

Tenemos que quedar muy claros que los líderes nacionales no son compatibles con la estrategia de cambio en la nueva versión de la Política Exterior Norteamericana, debido a que en cada jugada cambia la estrategia, y que las figuras nacionales impiden cambios trascendentales en las sociedades debido a los nacionalismos, contrarios a los principios de la globalización.

En una época de la historia política el efecto dominó fue la medida con la que concebían las relaciones internacionales, el cambio se refleja actualmente en el manejo de fichas para conseguir un objetivo y ganar una partida con diferentes movimientos. La práctica nos había enseñado que la intervención militar cambiaba totalmente el orden de las cosas y en ocasiones no era necesario llegar hasta ese punto, caso de la Nota Know (1909), en la que una simple carta derrocó al Gobierno de Zelaya.

El movimiento de abril concibió esa combinación de acciones, dirigidas desde los Estados Unidos en el tablero político nacional, todas las fichas actuaron en su momento propicio, y esperaron realizar un jaque que nunca llegó, debido a un contrataque mejor organizado por una contra parte con viejas estrategias de luchas en las calles y con piezas que defendieron de manera tal, que no fue necesario el empleo de las principales fichas para la defensa de la sociedad nicaragüense.

No cabe duda, que en tableros parecidos los resultados han sido mejores para las clases dirigentes de los Estados Unidos, el derrocamiento del Presidente Zelaya, de Honduras (2009), es un ejemplo en donde algunas piezas (los militares), fallaron en la defensa de los intereses del pueblo. Queda claro, que el agente extranjero y desestabilizador no tiene como intención colocar buenos gobiernos, solamente buscan la forma de colocar piones afines y dóciles a las imposiciones de los Estados Unidos, las caravanas de hondureños es un ejemplo, y las declaraciones de Mike Pompeo, jefe de la diplomacia de los Estados Unidos, el 16 de octubre del 2019, según las cuales informó al congreso de recomendar la asistencia técnica para El Salvador, Honduras y Guatemala, después del sometimiento de estos países a las políticas migratorias impuestas por los Estados Unidos, es otra situación que nos recuerda «La Diplomacia del Dólar» y «el Gran Garrote».

El ejemplo hondureño (2009) nos permite demostrar el fin de la teoría del efecto dominó, porque la caída de este país no implicó la caída del de Nicaragua (2018), cuya desestabilización se planificó en otra jugada, que no llegó al Jaque Mate, al igual que en Honduras.