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Sin lugar a dudas, las prácticas profesionales como parte esencial del currículo de cualquier carrera universitaria, son para nuestros estudiantes de invaluable significado, tanto para el desempeño de su futura profesión como para su desarrollo personal y académico. Como indica la filosofía, la práctica es el criterio de la verdad, y desde esa perspectiva, la práctica, que es parte del currículum en sus diferentes modalidades (familiarización, especialización, profesionalización), facilita los procesos que van perfilando al nuevo profesional, desde luego que, con el acompañamiento del tutor, el cual se convierte en un facilitador de la formación integral del estudiante, quien será un nuevo profesional al servicio de la sociedad.

El título V del Régimen Académico Estudiantil referido a las prácticas de formación profesional, en el artículo 76 del capítulo I, indica:

Las Prácticas de Formación Profesional forman parte de los planes de estudio. Constituyen una forma organizativa del proceso docente educativo y es la actividad por medio de la cual se aplican los principios didácticos de la combinación del estudio con el trabajo y la vinculación de la teoría con la práctica. Como parte del proceso de formación de los profesionales según la estructura de las carreras y orientaciones existentes en la UNAN-Managua. (UNAN-Managua, 1994, p 32)

Las prácticas hay que dimensionarlas desde una perspectiva pedagógica, científica y metodológica. Estas se convierten, desde su planificación hasta la inserción del estudiante, en una situación de aprendizaje, una experiencia personal y profesional; al mismo tiempo que es un componente curricular más de la formación del profesional. Una situación de aprendizaje deseada se logra en la medida en que nuestros estudiantes al enfrentar la realidad, al integrarse en un contexto de aprendizaje y en escenarios reales de aprendizaje en la empresa, la escuela, entre otros centros de práctica, consolidan su perfil profesional.

Práctica de formación profesional y extensión universitaria

Un eje clave del quehacer de la universidad es la extensión universitaria y la práctica profesional, en sus diferentes modalidades, hay que verla como parte de la extensión, porque es la proyección de la universidad. La extensión como actor intermediario entre la comunidad académica y la sociedad permite la materialización del compromiso social de la universidad. Por lo tanto, las prácticas en sus diversas modalidades y carreras (educación, economía, ciencias ambientales, medicina, etc.) son, ante todo, un compromiso social de la universidad.

Con la práctica se facilitan las condiciones para lograr una interacción dinámica, creadora, y oportuna de la universidad con la comunidad o con cualquier otra expresión de la sociedad sea publica o privada, haciéndolas participe, a través de los practicantes, del acervo humanístico y científico de la Alma Mater, a su vez, recibe de ellas orientación y estímulo para la planificación y programación de sus actividades; todo un rico proceso de retroalimentación, y como indican dos de las acciones del Programa de Prácticas y Pasantías de la política de extensión universitaria 2017-2019 de la UNAN-Managua:

Integración de la teoría y la práctica en contextos reales donde se potencie de manera creativa las competencias profesionales de los estudiantes y Creación de espacios de aprendizaje donde el estudiante a partir del análisis, comprensión e interpretación de la realidad contribuye desde su saber técnico-profesional a la mejora de situaciones determinadas. p 18.

La práctica de formación profesional como aprendizaje permanente

Vivimos en la sociedad del aprendizaje permanente, en la sociedad del conocimiento, donde la práctica se convierte en un aprendizaje permanente, dado que el conocimiento se vuelve obsoleto en poco tiempo. Es por esta razón que se están demandando nuevos aprendizajes constantemente; también, no se puede obviar que la realidad es interdisciplinaria: Es aquí donde se resume que la práctica es una rica experiencia de aprendizaje y de doble vía, porque aprenden nuestros estudiantes, pero también aprende la institución receptora del practicante, ya que hoy en día nadie tiene el monopolio del conocimiento, es por eso que precisamente hablamos de sociedad del conocimiento y nuestros estudiantes, que los hemos venido formando desde la Visión y Misión de la Universidad, desde nuestro modelo educativo, los consideramos agentes de cambio, que deben aportar con sus conocimientos al desarrollo de los centros donde realizan sus prácticas.

La práctica de formación profesional como promoción de la ciencia y la cultura

¿La práctica profesional debe ser un ejercicio de comunicación, porque debe imperar la relación dialógica, la palabra, para materializar los objetivos de la práctica, tanto desde la perspectiva de la academia, como desde la institución receptora?

La comunicación armoniza los esfuerzos conducentes a generar productos tangibles o intangibles que beneficien a los protagonistas de la práctica, convirtiéndola en una acción de invaluable provecho.

La práctica como promotora de la ciencia y la cultura, no puede obviar la investigación, porque si la investigación la vamos convirtiendo en el quehacer pedagógico de la universidad, tenemos que irla trasladando también a los centros de práctica; es decir, la curiosidad científica debe estar presente para dejar una huella indeleble, para que la presencia en la escuela, empresa, etc., se inserte en un círculo virtuoso, cuya base esté sustentada en el innovar, en el emprender, en el I+D+i ( Investigación, Desarrollo, Innovación) como corolario de un esfuerzo sustantivo.

¿En cuántos campos del saber está presente la universidad con las prácticas?

En muchos, por lo tanto, el abanico de opciones de aportar al centro receptor, a la sociedad, es significativo, de ahí que la universidad como bien público se vuelca hacia la sociedad para transformarla.

Eduardo López Herrera

Docente FAREM-Estelí
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