UNAN-Managua

UNICAM
Banner Bienvenidos
Banner Aprobado
Slide Two
Slide Two
previous arrow
next arrow

Samuel Danilo Madrigal Fornos
Dr. En ciencias Políticas y Diplomacia por la Universidad de Paris X Nanterre, 1988.
Dr. En Ciencias Políticas y Sociología Universidad Complutense de Madrid, 1995. Exalumno de Maurice Duverger.

 

I) Del estado feudal a la oligarquía feudal

Los Estados feudales (siglo IX-XV) como sistema de organización social, constituyeron una de las relación de convivencia entre los individuos y el poder, en el que las familias campesinas carecieron de los derechos más esenciales de la dignidad humana, sin embargo, a pesar de esa lamentable situación, las clases populares no habían llegado a niveles de miseria tan extremos, como los alcanzados con la creación de la nueva forma de repartición del poder y de organización del trabajo, al nacer los Estados Nación y la sociedad industrial (siglo XVIII), embrión de la sociedad capitalista en la que hoy vivimos.

Esta realidad oscura evoluciona favorablemente al establecerse el Estado de Bienestar (Siglo XX, 1970-79), en el que mejoran sustancialmente las condiciones de vida de los trabajadores, gracias a las luchas sindicales y a la labor política de los partidos de masa en los países europeos. El Estado de Bienestar no atravesó el Atlántico, y por el breve espacio que existió, no tuvo la misma suerte que el sistema democrático, asumido en toda América Latina. Muchas razones pueden permitirnos una explicación, todas relacionadas con la estructura social y el sistema de producción impuesta por la sumisión a los Estado Unidos.

Hasta bien avanzado el siglo XX, se mantienen en América Central sociedades medievales, debido a estructuras sociales rígidas, con poca o nula posibilidades de ascensión social, en las que la influencia negativa de ciertas familias ha impedido el desarrollo del Estado como institución modernizante, El Salvador con sus 14 familias, y Nicaragua con 8 miembros de una misma familia (los Chamorro) en el ejercicio del poder ejecutivo son un claro ejemplo de la presencia del subdesarrollo político, por el mantenimiento de un Estado Oligárquico.

II) La Oligarquía feudal y el Estado de Bienestar en los Estados Unidos

Una de las formas de encontrar un rápido desarrollo en la economía norteamericana requería, entre otras políticas, la implantación de sus multinacionales en el extranjero, cuya forma de funcionamiento se basaba en la explotación de la mano de obra nacional, condicionando tal actividad, un considerable crecimiento del nivel de vida en los Estados Unidos, necesario para establecer un Estado de Bienestar en ese país.

Por tanto, las alianzas para conseguir el Estado de Bienestar de los estadounidenses, se hacían, en parte, con los gobiernos centroamericanos. La gratitud a los agentes que facilitaban los medios para el desarrollo económico del imperio generaba una disfuncionalidad en el sistema político oligárquico al otorgase un reconocimiento democrático a países que permitían la explotación de sus nacionales por una burguesía extranjera, a falta de poder organizar la suya como clase explotadora.

Cualquier situación sociopolítica, que mantuviese alejado del poder a los sectores influyentes, (liberales o conservadores) de la política criolla, pasaba por una consulta y reacomodamiento de la política con los Estados Unidos como árbitro, basta con recordar los constantes viajes de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal a Estados Unidos, en tiempo de la dictadura de la familia Somoza, tratando de encontrar cuotas y espacios para una presidencia que nunca llegó, y que terminó con la presidencia de su cónyuge, séptima de la dinastía Chamorro en Nicaragua.

El turno político, entre liberales y conservadores, lo interrumpe de forma inesperada el sandinismo, movimiento que se creía descartado del tablero político nicaragüense con el asesinato de su principal líder, el General Sandino, (1934) y la política de exterminio contra los estudiantes universitarios, que durante años (1961-79) lucharon contra la dictadura de forma constante, organizada, con estructuras permanentes, base ideológica y líderes, en la geografía nacional; lo que clasifica la organización de los Estudiantes Sandinistas, con lo que corresponde a las características de un partido político, (Jean Charlot, Les Partis Politiques, 1969) y, les diferencia grandemente de aquellos movimientos que surgen de forma desorganizada y violenta sin dirección nacional, por breves periodos de tiempo.

III) La oligarquía nicaragüense y los Estados Unidos en busca de los espacios perdidos

La aparición de los partidos de masa (1979 en Nicaragua) ha permitido la creación de organizaciones políticas afines con el pueblo y contra las pretensiones de hacer políticas que beneficien a sectores no nacionales. Esto, como es lógico, ha creado reacciones adversas por parte de la metrópoli y sus representantes en contra del partido generador de esas nuevas ideas y coyunturas políticas, es decir el FSLN:

-En Nicaragua la oligarquía nacional, que actúa sin representación oficial, pero que ha conseguido cambiar gobiernos con ese esquema de acción, en alianza con los Estados Unidos (1990), ha realizado coaliciones políticas con algunas organizaciones creadas exclusivamente para hacer oposición, algunas sin tradición política histórica; ligadas a partidos con coeficiente electoral menor del 2%, otras concebidas para efectuar un servicio desestabilizador internacionalmente, caso de la ONG de Carlos Fernando Chamorro. Manteniéndose fiel a sus tácticas ancestrales, pactan para intentar establecer bases populares que nunca han tenido, que les permita llegar al poder con un mínimo de popularidad.

-Fuera de Nicaragua, los Estados Unidos, con los mismos organismos internacionales con los que ya dividieron la sociedad nicaragüense en los ochenta, han puesto en práctica su campaña, sin recordar el fracaso que representó para ellos la nueva elección de Daniel Ortega (2007) por el pueblo nicaragüenses, después de haber invertido millones de dólares para derrocarlo en los años ochenta.

Hay que observar que esta vez, debido a la desintegración de la vieja Europa, y su conversión en Unión Europea, los factores sociopolíticos que componen esa metamorfosis—despolitización de la sociedad y las organizaciones políticas, sindicatos incluidos, desaparición de líderes de prestigio, pérdida de base ideológica de los partidos, derechización de algunos partidos de izquierda, desarrollo de la extrema derecha—generan una identificación sin precedentes de las instituciones europeas, dominadas por la derecha y la extrema derecha, con las oligarquías nacionales.

Los Estados Unidos, en este momento de su historia política (Trump), como bien lo han mencionado distinguidos internacionalistas, (Jean Jacques Kourliandsky, Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicos de París; Isabelle Rousseau, Centro de Estudios Internacionales de México), están regresando a la doctrina de Thomas Hobbes (El leviatán 1854), haciendo de la sociedad Internacional un sistema en que el hombre es un lobo para el hombre.

Para Kourliandsky, razones de orden ideológico motivan al Presidente norteamericano a llevar esa política, “necesita fabricar un enemigo ideológico; en este caso la corriente bolivariana, ocuparía lo que representaba a la Unión Soviética. Dentro de sus argumentos en la campaña Trump, sostenía que: “Si Hillary Clinton gana, tendremos al Comunismo y a Venezuela en nuestra casa”.

Isabelle Rousseau sostiene, con sobrados elementos científicos, que Estados Unidos quiere en este momento recuperar el terreno que ellos consideran han perdido con Bush y Obama, y que benefició a China y Rusia. El problema es geopolítico, no es el petróleo, se trata de retomar el poder en América Latina, según la internacionalista mexicana.

IV). Estados Supranacionales, Estados Nación vs ONG

En la evolución de los Estados Nación, desde la edad media hasta nuestros días, se constituye una nueva estructura de la sociedad internacional, al fomentarse el desarrollo de las sociedades supranacionales. A pesar de la desconfianza inicial de los gobiernos hacia este tipo de ordenamientos, debido a los asuntos nacionales y soberanos, al final primaron más los intereses económicos y comerciales que los nacionales. Esta tipología de organización internacional supranacional se desarrolla partiendo de diferentes orígenes: por la confrontación bélica, caso de los Estados Unidos entre el norte y el sur; por el desarrollo integracionista, caso de la Unión Europea (zona de libre cambio, Unión aduanera, Mercado Común, Unión Económica, Integración económica total); o por imposición “soberana” caso del Commonwealth (1931), asignada para algunos de sus miembros, por los ingleses.

La nueva estructura internacional es una adaptación del aparato político a la realidad impuesta por la economía capitalista. Los nuevos ordenamientos supranacionales representan la adaptación de los aparatos políticos a las necesidades que había impuesto el sistema económico mundial, con la desaparición de las fronteras nacionales a fines netamente comerciales (siglo IX, Comisiones Fluviales Internacionales, Nguyen Quoc Dhin, 1975).

Es importante destacar que al igual que el Derecho Internacional clásico marcó una desconfianza institucional hacia al individuo, no permitiéndole actuar como sujeto, sin la representación de un Estado, de la misma manera, las organizaciones que ellos constituyen, las ONG, por ejemplo, fueron sujeto de desconfianza por parte de los Estados desde comienzos del siglo pasado, creando bases jurídicas con el fin de controlarlas en sus objetivos: Ley de 1901 en Francia sobre las organizaciones sin fines de lucro, y Ley belga de 1916 sobre la misma temática.

Los Estados Nación europeos establecen su control sobre las ONG regulando los objetivos, (elemento constitutivo de la organización), por medio de la adjudicación y control de fondos, (cuando son de origen exterior al Estado sede), o controlando la Secretaría Permanente, (otro de los elementos constitutivos de las organizaciones internacionales), lo que no suele ser fácil a realizar.

V). Legitimación Internacional Vs Legitimación Nacional

Una de las principales características impositivas que permiten la acción de las ONG, en el plano Internacional, está vinculada con la forma de ejercer sus funciones, es decir, que deben actuar sin interés de lucro, situarse fuera de la influencia de los Gobiernos, en sentido general, no solo de los nacionales. Aunque, en algunas ocasiones, se ve con buenos ojos la participación de los Gobiernos, cuando la iniciativa va en fomento de asociaciones científicas.

En principio, las funciones de las ONG están relacionadas con el fin de satisfacer necesidades en el plano internacional, que ni los Gobiernos, ni los Estados, ni los Organismos Internacionales Gubernamentales (OIG), puedan rellenar. Queda claro entonces, las ONG, en principio, no son competentes para actuar en espacios políticos, función de los Estados y Gobiernos, y menos cuando se trata de proyecciones democráticas, base de legitimidad de los Gobiernos, actividades sobre las cuales es muy difícil encontrar el objetivo no lucrativo, en países donde la política es uno de los medios principales de subsistencia de algunas clases apegadas al poder.

La jurisprudencia en el dominio de las ONG, a falta de un acuerdo internacional, que les reconozca la libertad de acción sobre el territorio de todos los Estados de forma general, les obliga a situarse bajo el imperio de la ley del país donde han decidido implantar su sede. Según Marcel Merle 1976, el liberalismo tradicional de los países occidentales ha permitido una amplia tolerancia ante la falta de estatutos de regulación, “pero, si las actividades de las ONG son consideradas como sospechosas de atentar contra la seguridad, o la moral de la Nación, se deben utilizar medidas restrictivas, sobre todo cuando las actividades son inspiradas del extranjero”.

Actualmente, debido a la identificación, regulación y ordenamiento de intereses entre países miembros de organismos supranacionales, tanto en los Estados Unidos, como en la Unión Europea, se manifiesta un desinterés hacia el control de los organismos internacionales o no gubernamentales, dentro de sus esferas de acción interior, en contradicción con la etapa de ordenación jurídica estricta, utilizada cuando se organizaban como Estados Nación. Debido en gran parte, a los niveles de interés económico y político que configuran las relaciones entre estados federales o supranacionales, las actividades de las ONG no generan manifestaciones antisistema para los Estados desarrollados.

Es muy importante considerar entonces, que la actividad internacional de los organismos no gubernamentales, solo afecta de forma vital en este momento a los países en vía de desarrollo, es decir aquellos Estados que no han superado la constitución hacia la organización supranacional. La actividad de las ONG en el marco internacional se desarrolla en la actualidad con parámetros totalmente diferentes a los experimentados en sus actividades en los países hoy supranacionales, porque estos países elaboraron una legislación para su función y desempeño. En Centroamérica, cualquier regulación o control sobre la temática se lleva al campo de la función democrática. El problema se presenta cuando la actividad de estas instituciones está lejos de representar los intereses de las mayorías, legitimando internacionalmente algo contrario a los intereses nacionales, y que solo es aprobado por un sector “selecto” de la sociedad que dicen representar.

Los hoy Estados supranacionales, en su estadio de Estados Nación, y las Federaciones de Estados llamados desarrollados, trataron de evitar situaciones contrarias a la seguridad nacional provenientes de sus vecinos, ahora sus aliados en la Unión, se protegían de una posible desestabilización contra sus Gobiernos, opuesta a los intereses de la Nación, sobre todo, cuando podían ser acciones financiadas por algún Estado cercano geográficamente, o alejado, pero con gran influencia ideológica. Ese problema fundamental ya no se les plantea hoy, pero si, se proyecta a los países en desarrollo, cuando las acciones de los ONG consiguen una legitimación internacional, contraria a los intereses nacionales.

Quedaría por subrayar, antes de finalizar, que la práctica internacional está generando un cambio de opinión con relación  a las ONG, puesto que se argumenta, (Thania Paffenhols, 2006), que equívocamente bajo la etiqueta promoción a la paz, se dio un gran apoyo a las ONG nacionales e internacionales como si la sociedad civil solo se componía de ONG. Según la doctora ya citada en «promotion de la paix et cooperátion internacionales», Las constataciones empíricas prueban que el apoyo a las ONG de las elites urbanas tiene que ser observado de una forma más crítica, porque como consecuencia los grupos sociales y los grupos pacifistas locales se han debilitado cuando en realidad son de primera importancia para la edificación de una paz durable.   

web-master-unan

Facebook
Twitter