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UNAN-Managua/CUR-Estelí aporta al fortalecimiento de la vocación productiva en las comunidades rurales

Como parte de la restitución de derechos que garantiza nuestro Gobierno Revolucionario, se crea en el año 2014 la modalidad de Secundaria a Distancia en el Campo (SADC). Esta iniciativa promueve la continuidad educativa de los adolescentes y jóvenes de las zonas rurales de Nicaragua, brindando una respuesta oportuna y pertinente a las necesidades educativas de las comunidades. Actualmente, cuenta con 700 centros educativos distribuidos en 132 municipios del país.

La SADC tiene como objetivos principales garantizar la continuidad educativa de los jóvenes del área rural, desde una formación integral y educación científica que les permita la vinculación con el sector productivo, facilitando el acceso a oportunidades en la educación universitaria, como el Programa Universidad en el Campo (UNICAM), desde un enfoque pedagógico adecuado al contexto.

Para fortalecer estos objetivos en el año 2022, los subsistemas de educación conformados por el Ministerio de Educación (MINED), el Tecnológico Nacional (INATEC), y la Secretaría Técnica para Atención a las Universidades, en coordinación con el Sistema Nacional de Producción, Consumo y Comercio lanzaron el Programa Nacional de Vocación Productiva para el Trabajo y la Vida, que tiene como propósito principal el fortalecimiento de capacidades técnicas y productivas en estudiantes de las SADC, con una clara apuesta por el aprendizaje práctico, el arraigo comunitario y el desarrollo sostenible.

 Metodología de aprender haciendo

El programa consiste en cursos que permitan a los estudiantes fortalecer sus conocimientos sobre temáticas agropecuarias. Entre los contenidos abordados están: Aprovechamiento de la diversidad agroecológica en la comunidad, con estudiantes de séptimo grado; Producción de cultivos de granos básicos, impartido a estudiantes de octavo grado; Producción de hortalizas, en noveno grado; Crianza y manejo de cerdos y gallinas, en décimo grado y, el curso Crianza y manejo de ganado bovino, ovino y caprino, con los estudiantes de undécimo grado.

La UNAN-Managua/CUR-Estelí, durante el periodo de 2022 a 2023, asumió el compromiso de desarrollar el Programa Vocación Productiva con los estudiantes de la SADC de la comunidad de Isiquí. Posteriormente, en los años 2024 y 2025, se trabajó con los estudiantes de la SADC de la comunidad de El cebollal, del Paisaje terrestre protegido Miraflor-Moropotente. Esta labor fue realizada por docentes y estudiantes de las carreras de Ingeniería Agronómica y Medicina Veterinaria.

Los cursos se desarrollan con metodologías que promueven los conocimientos técnicos sin desvincularse de los saberes tradicionales, a través del aprender haciendo. Se emplean recursos del entorno, técnicas agroecológicas, prácticas en parcelas locales, huertos escolares, talleres vivenciales y visitas a unidades productivas. Además, se entregan materiales impresos a los estudiantes, con las temáticas del curso y propuestas de trabajo independientes. Todo esto con un enfoque activo, inclusivo y contextualizado.

Esta estrategia educativa se alinea con los Ejes 1, 6 y 13 de la Estrategia Nacional de Educación en todas sus Modalidades «Bendiciones y Victorias» 2024-2026, que promueven una educación para la vida, de calidad y respeto por el medioambiente. Así, los estudiantes no solo aprenden sobre agricultura y ganadería, sino que desarrollan valores, habilidades emprendedoras y conciencia ambiental.

Experiencia desde UNAN-Managua/CUR-Estelí

Desde la academia, el CUR-Estelí ha sido actor clave en este proceso. A través de la participación de sus docentes y estudiantes en el desarrollo de los cursos del programa, se ha fortalecido la relación entre teoría y la realidad. Esta experiencia permite a los futuros Ingenieros Agrónomos y Médicos Veterinarios formar parte activa del desarrollo local, mientras acompañan a los jóvenes que, entre cuadernos y cultivos, construyen su proyecto de vida.

El impacto es evidente, los jóvenes rurales mejoran las prácticas tradicionales de producción, refuerzan su identidad cultural y visualizan nuevos horizontes, además, ganan herramientas para emprender, sin tener que abandonar su comunidad. Por su parte, los universitarios fortalecen su vocación, competencias profesionales, empatía, habilidades pedagógicas y sentido de responsabilidad social.

Más que un programa: una apuesta por el futuro del campo

En un país donde la agricultura sigue siendo pilar económico y cultural, este tipo de formación es una semilla estratégica. Reconoce la sabiduría popular, la riqueza natural y las aspiraciones juveniles como ejes para transformar el campo en un espacio de productividad y oportunidades.

UNAN-Managua/CUR-Estelí aporta al fortalecimiento de la vocación productiva en las comunidades rurales
UNAN-Managua/CUR-Estelí aporta al fortalecimiento de la vocación productiva en las comunidades rurales

El Programa de Vocación Productiva en la SADC es, en esencia, una respuesta integral, une esfuerzos institucionales, saberes comunitarios y energía juvenil para construir un presente con sentido y un futuro con raíces.

El programa, una experiencia generadora de aprendizajes

A través del Programa Nacional de Vocación Productiva para el Trabajo y la Vida, impulsado por el MINED con apoyo de universidades públicas como la UNAN-Managua desde el CUR-Estelí, estudiantes y docentes han llevado el aula al campo, generando aprendizajes que transforman vidas y siembran para el futuro.

Anielka del Socorro Beltrán Aguilar, Ingeniera Agrónoma, graduada del CUR-Estelí, fue parte de esta experiencia entre 2022 y 2023, donde facilitó el curso Aprovechamiento de la diversidad agroecológica en la SADC de Isiquí. Comenta que «fue una experiencia muy bonita. Mejoré mi oratoria, pero sobre todo compartí vivencias con los jóvenes de las comunidades. Se creó una relación de respeto. Fueron muy amables y con ellos generamos buenos recuerdos durante las prácticas».

Anielka reconoce que el programa tiene un impacto evidente en la vida de las comunidades rurales. «Los jóvenes demuestran conocimientos que han aprendido en sus hogares. Lo comparten entre ellos y se emocionan al comprender cómo la agricultura incide en la economía local y nacional», explica. Para ella, lo más admirable es el deseo de superación de estos estudiantes. «Son jóvenes que trabajan y que, con esfuerzo, van a clases».

Alieska Marelys Valdivia González, actualmente estudiante de quinto año de Ingeniería Agronómica, impartió el curso Producción de hortalizas en la SADC El Cebollal, en el primer semestre 2025. Expresa que sus expectativas eran claras: compartir lo aprendido, motivar a los jóvenes a reconocer el potencial productivo de su comunidad y brindar herramientas prácticas para la vida.

«Los estudiantes se mostraron muy interesados. Fue inspirador ver cómo relacionaban lo aprendido con lo que ya hacían en casa. La enseñanza fue un proceso de doble vía», comenta. Como facilitadora joven, encontró una conexión única con su grupo: cercanía, confianza y respeto mutuo. «Me vieron como alguien con quien podían dialogar, pero también valoraron mi aporte en su formación», agrega.

Alieska destaca que este tipo de formación permite a los jóvenes rurales tener opciones concretas de autoempleo, mejorar sus habilidades técnicas y fortalecer su identidad. «Un momento que nunca olvidaré fue cuando un estudiante me dijo: Ahora ya sé cómo puedo mejorar el cultivo de chiltoma que sembramos con mi mamá. En ese instante supe que todo valía la pena».

Para Reina Hernández, también estudiante de quinto año de Ingeniería Agronómica, quien facilitó el curso de Producción animal en la SADC, El Cebollal. Su experiencia fue enriquecedora. «Compartí con personas humildes, llenas de vivencias. Aunque eran más jóvenes que yo, aprendí muchísimo de ellos. Me ayudaron a ser una facilitadora más empática», afirma.

Oscar Javier Hernández Sobalvarro, también cursa el quinto año de Ingeniería Agronómica, facilitó el curso Producción de cultivos de granos básicos en la SADC de El Cebollal. Para él, el programa no solo fortaleció sus competencias como futuro ingeniero, sino que amplió el interés de los jóvenes por la agricultura. «Muchos ya ayudan a sus padres en el campo. Este programa refuerza sus conocimientos y aporta a la seguridad alimentaria de sus comunidades».

Los docentes también han sido protagonistas de esta significativa experiencia. Onell Lanuza Ferrufino, quien forma parte del programa en su primera etapa, en la SADC de Isiquí, recalca que la motivación y curiosidad de los estudiantes rurales son fuente constante de inspiración. «Desde lo profesional, es gratificante aportar en la parte técnica y científica de la producción agropecuaria. Los docentes universitarios tenemos la responsabilidad de asesorar pedagógica y técnicamente a los protagonistas involucrados», afirma.

El maestro Eydin Lenin González Gómez lo vivió de forma transformadora. Compartió conocimientos en la SADC de El Cebollal, donde ayudó a restablecer un huerto escolar en un terreno abandonado. «Fue un proceso de trabajo colaborativo y aprendizaje práctico. Logramos convertir un espacio en desuso en una herramienta pedagógica que fortaleció el sentido de pertenencia y la conciencia ecológica», rememora.

Eliezer Alfaro, también docente de la UNAN-Managua/CUR-Estelí, resalta que esta experiencia fortaleció en él valores como la empatía, la responsabilidad y el compromiso con el desarrollo rural. Aprendió a adaptar los contenidos a la realidad del campo y a fomentar un aprendizaje significativo en las temáticas de los cursos. «Muchos jóvenes descubrieron talentos que no sabían que tenían», sostiene.

A lo largo de estos testimonios, se dibuja un retrato esperanzador, el de una educación práctica, sensible y comprometida que transforma tanto a quienes enseñan como a quienes aprenden. En las manos jóvenes del campo, guiadas por docentes con vocación, florecen nuevas formas de futuro, sostenidas por raíces profundas y sueños que ya germinan.