
El agua, fuente de vida, identidad y unidad para las culturas precolombinas

Desde sus orígenes, la vida en la Tierra ha dependido del agua; los pueblos recolectores, cazadores y pescadores aprovecharon este recurso para su subsistencia. Las altas culturas americanas instalaron sus ciudades sobre o cerca de ríos y lagos, a la vez que iniciaban un proceso de alteración del ecosistema en el continente; sin embargo, el mayor deterioro comenzó con la industrialización y uno de los recursos que más ha sentido este impacto es el agua.
Hace más de 400 millones de años el agua era el hogar de peces y posteriormente de reptiles; los primeros hombres aprovechaban los recursos necesarios para su subsistencia, incluyendo el agua. Este periodo es considerado por los naturalistas como el periodo de armonía entre el hombre y la naturaleza. Los restos de cerámica, alfarería y metales de hace menos de 4,000 años evidencian el trabajo del hombre del neolítico en América Latina. En el norte de Suramérica el proceso agrícola comenzó en el segundo milenio antes de nuestra era; por ejemplo, los vestigios de zonas cultivadas en Perú datan de más de 3,500 años a.C.
El regadío artificial vino a acelerar el proceso de producción agraria con los llamados barbechos y reorientó la técnica agrícola. Los indígenas americanos construían terrazas o andenes hacia donde dirigían las acequias (zanjas o canales) que abrían desde los ríos o las laderas de las quebradas. Este perfeccionamiento del riego evidencia el aprovechamiento de los recursos hídricos en tierras americanas, lo que les valió el título de las civilizaciones hidráulicas, a diferencia del antiguo Egipto, Mesopotamia, India y China, las llamadas civilizaciones de ríos.
El sistema de la sociedad hidráulica permitió a los imperios maya, inca y azteca conformar una organización estructurada con funciones definidas para la planificación y el regadío artificial, la que además ayudaba a definir otros estratos sociales al igual que tributos especiales dentro de la misma tribu y que también involucraba a las tribus sometidas. La construcción de terrazas, desecación de pantanos, andenes y canales para la circulación del agua destinada para la agricultura era parte de un sistema orientado a explotar las aguas fluviales.
Las culturas precolombinas desarrollaron sofisticadas técnicas de manejo, distribución y almacenamiento de agua. El riego facilitó el incremento de rendimiento y productividad agrícola, aumentando el rendimiento de las plantas, el trabajo del hombre y colonizar tierras áridas y con pocas lluvias; los cenotes, reservorios artificiales y pozos naturales de agua subterránea permitieron a los mayas abastecerse de agua potable e irrigar suelos escasos. Los mayas practicaron la horticultura y fruticultura en sistemas de varios pisos. Para ello, aplicaban técnicas de adecuación fisicoquímica del suelo a cultivar, uso de fertilizantes, herramientas para mejorar y conservar la estructura del suelo, cultivos asociados o intercalados, previsión del clima, entre otras.
La cultura azteca se desarrolló en un área propensa a las inundaciones mientras que la inca lo hizo en un medio árido. Sin embargo, ambas sociedades conocían el sistema de abono, la rotación y selección de suelos, el tratamiento bioquímico de las semillas, la previsión meteorológica y el poder nutritivo de las plantas y animales. Se abastecían de alimentos esenciales sin tener que importarlos, consumían gran cantidad de agua y la contaminación de este recurso era reducida.
Las chinampas, islas artificiales aztecas, facilitaron el aprovechamiento del lago Texcoco para el cultivo, mientras que los acueductos ayudaban a llevar agua hasta Tenochtitlan desde manantiales distantes. Las chinampas permitían manipular el ambiente acuático y el terrestre, obteniendo vegetación flotante y arraigada para nuevos suelos y más peces, a la vez que se lograban hasta tres cosechas por año de maíz y frijol.
Los incas, por su parte, aprovecharon las montañas andinas para crear andenes y terrazas que prevenían la erosión y facilitaban el riego incluso con agua de deshielo; crearon extensas redes de acueductos y canales para transportarla desde los ríos hasta las zonas agrícolas. Los nazca construyeron un sistema llamado puquio, acueductos subterráneos que facilitaban la extracción del agua desde el subsuelo para el consumo y el riego.
La visión de la naturaleza de los pueblos originarios era sagrada; la tierra, el viento y el agua eran fuente de vida y un factor de unidad e identidad. Para la mayoría de estas culturas el agua tenía un valor práctico, pero también espiritual y ritual. Mediante ceremonias y ofrendas honraban a los dioses del agua, fuente de vida y prosperidad; el mar, las lagunas, los manglares, los ríos, eran territorios de pesca, caza y rutas para el intercambio. Simbólicamente el agua aparece como el diluvio y el fin del mundo; en ella vivían peces mágicos, chaneques y dioses vigilantes.
La ubicación de ciudades y sitios ceremoniales se basaba en el simbolismo del agua, las cuencas, manantiales y cuevas eran consideradas sagradas. Chalchiuhtlicue era la diosa de los lagos y protectora de los navegantes para los mejicas, mientras Tláloc era el dios del rayo, la lluvia y los terremotos; Chaac era la deidad maya asociada al agua y la lluvia que provocaba los truenos y Huracán el dios de la tormenta, el viento y el fuego; Pitao Cocijo fue la divinidad zapoteca de la lluvia y la tormenta.
Varios siglos antes de la llegada de los europeos la población del pacífico de Nicaragua había asentado sus ciudades cerca de lagos, ríos y lagunas; aprovechaban esta ubicación para la producción de maíz, frijol, algodón y cacao, para lo cual tomaban en cuenta factores climatológicos. La producción era suficiente para el autoconsumo y facilitaba también el intercambio con tribus cercanas y los tributos para la clase dirigente. Los Maribios, Chorotegas y Nahuas de Nicaragua se asentaron en llanuras, lagos y montañas; la llanura de León, los lagos Cocibolca y Xolotlán, la laguna de Masaya, el istmo de Rivas, el Río San Juan y Coco fueron sitios claves para la ubicación de los grupos indígenas.
Investigaciones recientes demostraron que los pueblos indígenas eran capaces de reconocer distintos tipos de minerales, suelos, aguas, relieve, topografía, plantas, hongos y hasta microorganismos; además lograron predecir fenómenos naturales como eclipses y huracanes. El manejo del agua en el periodo precolombino refleja una profunda comprensión del medio ambiente y una capacidad para desarrollar tecnologías avanzadas de adaptación a las condiciones locales, una visión que debería subsistir hasta nuestros días para conseguir esa armonía con este recurso.