
Importancia y aportes de la investigación universitaria sobre el cambio climático y las altas temperaturas

Los primeros tres meses del año representan la llegada del verano en Nicaragua, una temporada esperada por muchos, pero que genera preocupación entre los investigadores sobre las variaciones en la temperatura, la producción agrícola y los fenómenos naturales como la sequía. Después de un año 2024 con temperaturas récord, resulta importante prever lo que nos tiene preparado el 2025 en cuanto al clima.
Para comprender mejor los fenómenos meteorológicos e hidrológicos se recurre al monitoreo de vientos, lluvias, humedad, entre otros que ocurren en la atmósfera terrestre, y especialmente las variaciones en la temperatura. A nivel global, el estudio meteorológico contribuye a mejorar la preparación ante escenarios como la sequía y los huracanes, y a reducir las brechas en los sistemas de alerta temprana, procurando el bienestar, la protección y seguridad de las poblaciones.
Según los estudiosos del clima, el 2025 tendrá temperaturas que se mantendrán por debajo de las experimentadas en el año anterior, aunque organismos como el Servicio Meteorológico de Reino Unido (MetOffice) ha previsto que se acercarán a los más cálidos de los que se tiene registro; también se espera que los efectos del cambio climático y el calentamiento global sigan haciéndose sentir al igual que otros fenómenos extremos. A pesar de las condiciones frescas que regularmente propicia La Niña, la temperatura media mundial amenaza con subir este año entre 1,29 y 1.5 grados Celcius más que la media del periodo preindustrial (1850-1900).
Los dos años anteriores evidenciaron aumento de temperatura debido a El Niño, lo que también provocó un incremento en la temperatura global y se evidenció en la superficie marina. El impacto de las altas temperaturas en los ecosistemas es alarmante, la falta de lluvia provoca que el agua no se reponga en los humedales; el estrés hídrico de los bosques aumenta el riesgo de incendios forestales; animales y plantas se ven obligados a adaptarse a las nuevas condiciones y si no lo logran, su población se reduce o desaparece. También se experimentan veranos más duraderos, eventos extremos en la dinámica de desarrollo de los países.
En Nicaragua, el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER) pronosticó una variabilidad climática notable en los primeros meses del 2025, con lluvias en febrero y aumento de temperatura en marzo y abril, disminución del viento y eventual sensación de calor. Para mayo, se espera el inicio del subperiodo lluvioso que culminará en julio. Por ejemplo, marzo trajo la primera ola de calor reportada; en los últimos días osciló entre los 22 y 24 grados durante la noche y los 33 y 36 durante el día para la región central; el pacífico rondó los 24 y 26 grados en horario nocturno y los 37 en diurno; mientras que la Costa Caribe se mantuvo entre los 24 y 26 de noche y los 31-33 durante el día.
La estación meteorológica del Instituto de Geología y Geofísica (IGG-CIGEO) de la UNAN-Managua registró una diferencia de más de 3 grados en la temperatura media de enero a marzo del 2024 y una disminución de 1.9 grados de enero a marzo del 2025, lo cual confirma las predicciones para este año; enero rondó los 31.9°C, bajó a 30.3°C en febrero y se redujo a 30°C en marzo.
Abril es el mes más cálido y el que menos lluvias presenta; su temperatura ha sido la más alta históricamente, en promedio se ha manejado cercana a los 34 grados, seguida por marzo (33), febrero (32), julio (30) y agosto (30). Para este año las temperaturas máximas alcanzarán los 38 grados Celsius y la sensación térmica, los 40 grados en el occidente del país (León y Chinandega). También se presentarán lluvias escasas y débiles, principalmente en la costa Caribe. Además, los vientos serán ligeros a moderados, con velocidades entre 15 y 30 km/h, lo que representa un aumento en la sensación de calor.
Las altas temperaturas atentan contra la salud humana por distintas razones; la deshidratación, el agotamiento, la insolación, los calambres musculares y cambio de humor aumenta con el calor; incrementan con él los problemas respiratorios, cardiacos y cerebrovasculares. Los niveles de precipitaciones por debajo de lo normal constituyen un riesgo para las comunidades; implica cambios en los cultivos, en las condiciones de crianza de animales, migración, cambios en medios de vida, problemas de seguridad alimentaria y nutricional.
Los incendios forestales también ameritan mención especial como riesgo para el ser humano; estos se propician con las altas temperaturas, la actividad volcánica, las prácticas agrícolas tradicionales y otras acciones antropogénicas. Según datos del INETER son 531 comunidades y más de 160mil habitantes los que se encuentran en riesgo de estos fenómenos; las regiones con mayor incidencia son occidente, centro y el Caribe Norte del país. El registro de los puntos de calor realizado por los sistemas de monitoreo con imágenes satelitales del INETER, presentó quince escenarios de calor en febrero del año 2024, distribuidos en siete departamentos del país. La RACCN despuntó con tres incendios, seguida por Chinandega, León, Managua, RAACS, con dos; mientras Estelí, Jinotega, Boaco y Granada solo presentaron un suceso.
A fin de contrarrestar el aumento de la temperatura global y sus consecuencias, se han ideado diversas iniciativas; en el año 2014, durante Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 196 naciones se comprometieron a reducir el uso de carbón, petróleo y gas, frenar la deforestación y promover el uso de energías limpias y renovables a fin de limitar en 1.5°C el aumento de la temperatura mundial. Los Ejes 6 (Ambiente y Naturaleza) y 7 (Cambio Climático), de la Estrategia Nacional de Educación en Todas sus Modalidades «Bendiciones y Victorias» 2024-2026, impulsada por nuestro Gobierno Revolucionario, promueven la formación y la práctica ambiental, el cuido y la preservación del agua, manejo responsable y aprovechamiento de la basura, el desarrollo de conocimientos y saberes de las causas y consecuencias de la crisis climática, así como la investigación, innovación y sensibilización sobre el cambio climático.
Desde la UNAN-Managua se trabaja en contrarrestar estos cambios del clima mediante la integración de la comunidad universitaria en voluntariado ambiental, procesos de investigación e innovación que se orienten a mejorar el medio ambiente, programas como Universidad Saludable, Universidades Verdes, campañas de reforestación, jornadas en saludo al Día de la Tierra, el agua, los humedales, los bosques. No obstante, el aporte y la conciencia de cada persona es el que hará la diferencia; desde nuestros hogares podemos poner en práctica el reciclaje y la reutilización de artículos de uso diario, moderar el consumo de combustible y energía, integrar campañas ambientales en la comunidad porque vivimos en el medio ambiente y debemos cuidarlo.
