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Geólogos franceses encuentran evidencias del origen extraterrestre del cráter de Pantasma, Nicaragua

Dr. Marcel Chow
Investigador IGG-CIGEO

En el departamento de Jinotega, a 60 km al sur de la frontera con Honduras, se encuentra el valle de Santa María de Pantasma, una planicie circular atravesada por el río Pantasma, tributario del río Coco. El valle tiene una historia centrada en la guerra nacional de la Contra de los años 80; sin embargo, también guarda otra característica que hace que sobresalga geológicamente del resto de complejos del país, y es que no son pocos quienes han notado a través de las imágenes satelitales de Google Earth que Pantasma es en realidad un cráter, con 14 km de diámetro.

 Durante mucho tiempo se ha jugado con la idea del origen extraterrestre de este cráter (Kowald, 2014) y ahora un grupo de investigadores de la Universidad Aix-Marseille, Francia, aportan evidencia en este sentido. El grupo, liderado por el Dr. P. Rochette, realizó un exhaustivo análisis geomorfológico, petrográfico y geoquímico para desvelar la naturaleza del cráter. El estudio consistió en encontrar dichos elementos químicos a la par de examinar la topografía usando componentes de sistemas de información geográfico. Los cráteres de origen volcánico son bastante frecuentes en Nicaragua, por lo que la hipótesis de un impacto meteórico ha sido siempre vista con mucho escepticismo. Es necesario un avanzado estudio que demuestre más allá de la duda la presencia de elementos químicos que no pueden formarse naturalmente en la región y que necesitaron ser procesados en el espacio.

La topografía del lugar es curiosa, ya que Pantasma es una planicie rodeada de una cordillera circular. Durante mucho tiempo se pensó que el vulcanismo podría haber dado origen al cráter. No obstante, las dimensiones del cráter mantuvieron viva la esperanza de que la hipótesis extraterrestre fuera la acertada. El levantamiento de muestras ha determinado la presencia de brechas de impacto (material incrustado), normalmente asociadas a impactos meteóricos que en este caso están situadas en el interior del cráter, con una leve cantidad siguiendo la cuenca del río Pantasma. Los investigadores infieren que la brecha está contenida dentro del cráter y es transportado hacia el exterior por la erosión del río.

La geoquímica fue obtenida usando la técnica de difracción de electrones. Esta técnica consiste en irradiar muestras rocosas y cristalinas con electrones y observar como la velocidad de los electrones varía de acuerdo a la interacción con el material. Este estudio revela un contenido de reidita, un mineral extremadamente raro que es creado cuando el zircón es expuesto a temperaturas muy altas. Estas temperaturas, de entre 400 y 500 Celsius, son generadas durante el impacto y han sido confirmadas independientemente al estudiar las propiedades magnéticas de trozos de vidrio recolectados en el cráter. Esta técnica consiste en observar como materiales expuestos a altas temperaturas cambian sus campos magnéticos. Los materiales mantienen el recuerdo de estos cambios y se puede volver a recuperar aplicando los campos magnéticos apropiados.

Una importante pista fue la presencia de trazas del isótopo de cromo, 54Cr. Los investigadores encontraron que, al menos en una de las muestras, el valor de este isótopo es anómalo. Este isótopo alcanza valores negativos de abundancia al interactuar con la composición química de meteoritos no metálicos (rocosos), llamados comúnmente condritas. Determinaron una abundancia de –0.11, valor que es compatible con la presencia de condrita en la brecha encontrada.

A través de isotopos de 40Ar* se ha estimado una edad de 815 ± 11 ka, (mil años). Esto indica que la escala de tiempo del cráter es geológicamente muy joven como para que fuera formado por procesos geológicos naturales (cuyas escalas de tiempo son del orden de millones de años). Además, los autores del trabajo realizaron modelación numérica de erosión y compararon con dos estructuras: 1) El cráter Bosumtwi de Ghana, datado en 1.07 Ma (millones de años) y 2) la caldera de Las Lajas, Boaco, Nicaragua, de evidente origen volcánico, datado en 4.9 Ma. Los modelos numéricos indican que el cráter de Pantasma no solo es morfológicamente más similar al cráter de Bosumtwi, pero además la datación por erosión indica una edad similar a la obtenida con  40Ar*, alrededor de 800 ka.

Tanto la topografía tan singular del terreno, la datación geológica basada en elementos radiactivos, la presencia de valores anómalos de 54Cr y los modelos numéricos de la morfología del terreno son usados como evidencia del origen meteórico de Pantasma, convirtiéndose en uno de los cuatro cráteres con más de 10 km de diámetro del continente y siendo evidencia de que otros impactos podrían esconderse escondidos en América Central.