Remembranzas de la Cruzada Nacional de Alfabetización: vivencias y aprendizajes de una generación

A cuarenta y dos años de la Cruzada Nacional de Alfabetización «Héroes y mártires por la liberación de Nicaragua», el recuerdo de las vivencias de miles jóvenes de una generación hace eco en las memorias colectivas y en las páginas de una historia revolucionaria, en donde la juventud fue la protagonista.

Con los testimonios de alfabetizadores que ahora forman parte de la UNAN-Managua ha sido posible recrear las remembranzas de una época en la que los valores y el amor patriótico eran un estandarte.

La Cruzada fue una escuela, una universidad, una maestría…

Para el maestro José del Carmen Miranda, director de la Escuela Preparatoria de la UNAN-Managua, la alfabetización fue un escenario de aprendizajes que le cambiaron la vida.

En 1980 estuvo a cargo de supervisar la labor de los brigadistas en las comarcas de Teustepe en Boaco y en San Ramón en Matagalpa, además de desempeñarse como secretario político de territorio y facilitador de los talleres de preparación de los cuadros de dirección territorial para coordinadores de barrio y de las Unidades Alfabetizadoras Sandinistas (UAS).

Durante su estadía en la comunidad de Walana logró capacitar a más de doscientos estudiantes y sesenta docentes brigadistas en ocho comarcas.

Entre sus recuerdos de esta experiencia están los paisajes de los cafetales, el clima, las leyendas y las tradiciones de los campesinos. «Las condiciones climatológicas hacían hostil la movilidad de una zona a otra. En mi memoria permanece el sabor de las tortillas con cuajadas y el olor a café en las mañanas», enfatizó.

Para el académico, la Cruzada fue una escuela y una universidad que le brindó la oportunidad de tecnificarse. «Curé a personas con afectaciones de leishmaniasis, fiebre de montaña y tórsalos. Hice todo eso sin ser médico de profesión. Por otro lado, fui líder comunal y eso me hizo comprender la realidad del campesinado, su sabiduría en el manejo de la tierra y la medicina tradicional», detalló.

También rememora el sentido de unidad y compromiso de los alfabetizadores y el deseo de aprender de los campesinos. En la actualidad, a sus cincuenta años de ejercicio docente, el maestro Miranda continúa colaborando en diversos proyectos de alfabetización para las regiones indígenas de la Asociación de Educación Popular Carlos Fonseca Amador (AEPCFA) que dirige el maestro Orlando Pineda.

Trabajo enriquecedor y compromiso social

Lucrecia del Socorro Ramírez Vargas tenía 14 años cuando viajó a Nueva Guinea a alfabetizar. Su experiencia docente fue con más de 100 niños de entre 8 y 16 años. En sus recuerdos aún prevalece el deseo de enseñar con amor y dedicación a infantes que manifestaban la necesidad de contar con una escuela.

«Fue una experiencia hermosa y enriquecedora. Había mucho entusiasmo y alegría en los niños, ellos soñaban con tener una escuela. La cartilla y los lápices de grafito eran para ellos un tesoro», señaló.

Los caminos de piedra exigían el uso de calzado para lo cual se les facilitaba botas de hule. Durante la convivencia con el campesinado manifestó que las mujeres alfabetizadoras aprendieron a ordeñar, hacer tortillas, tiste, cuajadas y a lavar en los ríos. «Los campesinos eran generosos, compartían su comida y vivienda con nosotros. Los alfabetizadores jamás olvidaremos el ambiente cálido de las montañas, despertarse con el canto de los gallos y el olor al café recién hecho», sostuvo.

Doña Lucrecia, quien es responsable de inventario en la Facultad de Educación e Idiomas, afirma que en sus treinta y seis años de laborar en la UNAN-Managua ha visto la importancia de continuar divulgando las memorias de las lecciones aprendidas de una generación que marcó la historia nacional.

«Considero esencial compartir con los jóvenes estas remembranzas de la empatía que sentimos con las familias que nos dieron su apoyo mientras cumplíamos la misión de erradicar el analfabetismo, plantear nuevos desafíos desde las aulas de clase y hacer patria con convicción revolucionaria», afirmó.

Sobre la Gran Cruzada

La Cruzada Nacional de Alfabetización dio inicio el 23 de marzo de 1980 y concentró a más de 95 000 alfabetizadores en la Plaza de la Revolución. Entre los protagonistas participaron docentes de todos los sectores (primaria, secundaria y universitario), profesionales de diversas disciplinas, trabajadores por cuenta propia y líderes de todos los departamentos.

Este acontecimiento, que fue premiado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO) en 1981 con la Medalla Nadezhda Krúpskaya y la distinción Memorias de la Humanidad en el año 2007, sirvió de antecedente para la realización de proyectos en materia de educación posteriores a la revolución.

Desde el año 2007, con la gestión del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, se han impulsado diversos proyectos como la Campaña Nacional de Alfabetización «De Martí a Fidel», en la que 57, 631 alfabetizadores atendieron a 122 949 nicaragüenses, lo que permitió reducir el analfabetismo al 4.1%.

En la actualidad, la Asociación de Educación Popular Carlos Fonseca Amador (AEPCFA) promueve la educación inclusiva mediante el método Yo sí puedo, incorporando la enseñanza a pobladores de la Costa Caribe Norte, así como el respecto de los derechos y la seguridad alimentaria de las comunidades mediante el modelo de educación popular basado en la Pedagogía del Amor.