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Valores democráticos, sistema imperial y sumisión ideológica en Nicaragua

Samuel Danilo Madrigal Fornos
Docente-investigador UNAN-Managua

I) La Soberanía y la independencia como valores de negociación

El sistema democrático ha experimentado desde su implantación en el sistema político, (1789) una serie de disfuncionalidades, corregidas de forma unilateral por los países que lo impusieron como modelo, sin que estas transformaciones evolutivas hayan sido exportadas con el conjunto del sistema a los demás países que lo adoptaron como forma de gobierno. En sus orígenes el Estado occidental, fue cimentado con las estructuras administrativas de las instituciones eclesiásticas entre 1100 y 1600, conceptualizando en su organización valores que dan pie a nuevas estructuras sociales y políticas, punto de partida de los Estados-Nación. Las nuevas formas de organización social se constituyen con un enorme celo hacia los principios de independencia y soberanía nacional, primera característica en la organización del Estado Moderno.

Partiendo de la idea anterior, confirmamos que contrariamente a lo definido por el proceso histórico del Estado en Europa, el establecimiento del modelo democrático en América Central carece desde sus inicios de estos primeros elementos conceptuales, fundamentales para el desarrollo de la institución. Tenemos que entender, que la soberanía y la independencia hacen parte de valores, que consiguen, con su implantación y respeto, defender, tanto los intereses del Estado, como aparato de Gobierno, como su población, parte integrante del mismo.

Si tenemos en cuenta el padecimiento de esos elementos fundamentales para completar el sistema, podemos, observar también, que otros factores ajenos a la institución, impiden su desarrollo en América Central: Por un lado, las políticas imperiales impuesta desde el exterior, imposibilitan la implantación del “modelo democrático”, combinándose con condiciones internas favorables al “modelo de dominación”, y, por otro lado, que tales prácticas confirman ciertos principios revelados por Maurice Duverger en su obra, (Janus, les deux faces de l’occident, 1972), según los cuales, “la democracia posee dos caras, la del dominio oligárquico y la del avance político del mayor número”. En Nicaragua, la intervención exterior legitimó un poder en manos de una minoría sin base popular, que siempre temió perder el apoyo de la metrópoli, fundamental para su subsistencia, con un interesado menosprecio al principio de independencia y soberanía, cuya aplicación hubiese favorecido a campesinos y artesanos.

II) La construcción del modelo

La construcción de la instituciones democráticas, se conciben bajo la influencia de dos modelos, relacionados con la concepción de poder: la que lo consideraba como una función, que se podía delegar a representantes, que lo ejercerían en nombre del pueblo, sustentada por Montesquieu; y el modelo de Rousseau, que contrario a lo anterior, sostenía que el poder no se delega, y, por consiguiente, no debe existir un intermediario entre el elector y el Parlamento, (cero consideraciones a los partidos políticos). Nacen de esta manera dos concepciones: la “soberanía popular” (Rousseau), según la cual la soberanía pertenece a todos los ciudadanos, quienes lo ejercen directamente sin poder delegarlo a ningún representante; y la “soberanía nacional”, (Montesquieu), para quien la soberanía pertenece a la nación en su totalidad, y es ejercida solo por los representantes.

La experiencia vivida entre los años 1789-1794, demuestra según Agustin Cochin (L’esprit du jacobinismo, 1979), la conexión entre la necesidad de elecciones masivas y el funcionamiento de asambleas parlamentarias. Dicho en otras palabras, la necesidad de organizaciones políticas que canalicen el electorado, y que por delegación gobiernen en su lugar. Los europeos tratando de eliminar este agente extraño del sistema democrático, denominado partido político, crean la Profesionalización de la Administración Pública o “Función Pública”.

El nacimiento del funcionario público por mérito académico, es decir, por competencia profesional, elimina la capacidad de los partidos políticos para utilizar al Estado como botín de conquistas electorales. En otras palabras, las organizaciones políticas no tendrán la capacidad de nombrar a los funcionarios públicos del Estado, fuera de las de carácter discrecional. Según Pierre Rosanvallon (La crise de L’État Providence, 1981), la Función Pública, fue la “muleta” que permitió el desarrollo del sistema democrático, tras la instalación de los partidos en el sistema político.

Queda claro, que el sistema democrático, cualquiera que fuese la concepción sobre la delegación de poder, tenía que controlar la capacidad de las organizaciones políticas, llámense, sindicatos, partidos, facciones, o grupos de presión. Nuestro sistema democrático centroamericano, fue “fulminado” en este punto crucial de su desarrollo, al adoptar el atrofiado modelo norteamericano, impuesto por la política del General Andrew Jackson, miembro del partido demócrata y huésped de la casa blanca en 1829. El procedimiento establecido por el presidente Jackson, se denominó el “spoil system”, permitiendo la repartición de los cargos públicos al partido ganador de las elecciones. Nuevamente la influencia de los Estados Unidos juega en contra de los principios, que permiten el desarrollo político en Nicaragua. Con la adopción del “spoil system” se instaura, lo que los mismos demócratas denominaron “Estado Botín”.

III) La descomposición del sistema democrático y la política exterior norteamericana

La definición de las relaciones interestatales de los Estados Unidos, utilizando como interlocutores no casuales a las oligarquías nacionales, las legitima como clase gobernante,” a pesar, que la falta de preparación de la oligarquía, ha sido una de las principales preocupaciones de los Estados Unidos desde la salida de los españoles de Centroamérica” (Carlos Rangel,1976). La torpeza política de las familias conservadoras ha sido hereditaria e histórica en Nicaragua. Esta legitimación tuvo un doble efecto en América Central: desvalorizar la expresión del poder popular, y mantener en el gobierno una clase política, que no ejerció el papel de administrador del Estado, por tanto, no crea las bases de una Administración Pública propia a la institución estatal, como cuerpo de profesionales del estado y no del gobierno.   

Esta descomposición del sistema democrático, (auspiciada por los Estados Unidos), a través de los mecanismos de distribución del poder, es parte de un proyecto político a gran escala, es decir a nivel continental. El deterioro del sistema democrático en América Central, a lo largo de su historia política, ha sido el reflejo de las necesidades de política interior de los Estados Unidos, este es un punto importante a subrayar. La política Exterior norteamericana, ha sido el fruto de una clara necesidad de obtener un crecimiento económico rápido, con beneficios fuera y dentro de sus fronteras. El “Big Stick Diplomacy” (1901) completa la estrategia, como forma de defender el modelo económico, necesario para el desarrollo de la economía doméstica, que más tarde, se reforzaría con los acuerdos de Breton Wood (1944) y el G.A.T.T. (1947), sobre la tumba de la Organización Mundial del Comercio de La Habana, (1948).

El primer acuerdo permite imponer el modelo económico de los Estados, y fundamentalmente la dolarización del Orden Económico Internacional; con el segundo, se aplica al “tercer mundo” la igualdad de los Estados en los intercambios comerciales, a pesar de las diferencias garrafales en la capacidad económica y productiva, que solo beneficiaba a los grandes Estados, en detrimento de los países con economías de mono producción. Las “Bananas Republic”, como fuimos conocidos por muchos años, resolvíamos los problemas de seguridad hemisférica con los dictadores de turno, y proveíamos de los recursos necesarios, para mantener el nivel de vida de los norteamericanos, con la explotación de nuestros recursos por compañías norteamericanas, si tenemos en cuenta, que el modelo se extendió a todo el continente latinoamericano.

IV) La dignidad en el contexto internacional

Nicaragua, sin ninguna duda, ha sido el país que en mayor número de ocasiones se ha revelado al modelo imperial de los Estados Unidos al mundo, y esto le ha llevado a convertirse en el país, que ha vivido más intervenciones del imperio norteamericano, con ocupación y confrontación militar en su territorio nacional. La implantación del modelo, no funciona solo con la utilización de la fuerza, como bien nos lo ha enseñado Nicolás Maquiavelo, (El príncipe, 1513), hace falta la cooperación de los locales y la exterminación de los líderes que se contraponen, de forma rápida y definitiva, para evitar contratiempos futuros. La eliminación de Sandino y sus compañeros de lucha, fue la puesta en práctica del modelo diseñado por “El Príncipe”, con banquete incorporado, nuevamente con la cooperación de la oligarquía conservadora, siempre moldeable a los cambios políticos.

La concepción del Estado Democrático en Nicaragua se mantuvo hasta 1979, desprovisto de los dos elementos fundamentales, independencia y soberanía; en la práctica se denominaba democracia a una institución cuyas políticas en general eran diseñadas por otro país, que usurpaba a la nación el derecho a elegir sus dirigentes. No se aplican, ni el principio de la soberanía popular, ni el de la soberanía nacional, el poder de elección es delegado en complicidad con un sector de la sociedad, a los Estados Unidos. La pérdida de capacidades políticas rompe la comunicación entre la sima y la base (principio del centralismo democrático), dando pie a la aparición de un Estado Despótico, en el que, el componente nacional pierde sus atribuciones porque, la legitimidad se busca afuera y no en la nación, los sectores nacionales que no participan en la distribución del poder, son olvidados y sometidos por la fuerza, para impedir reivindicaciones.

La situación evocada en el párrafo anterior, permiten explicar porque las luchas políticas en Nicaragua, siempre se han realizado entre dos sectores de la población con orientaciones totalmente opuestas: las que defienden un proyecto nacional, y las que se someten a los Estados Unidos. En esta dinámica no hemos mantenido hasta el año 2019.

Las primeras bases para las transiciones democráticas se constituyen a partir de 1979 y se materializa en un primer momento con la Constitución de 1987, redactada por el gobierno sandinista, con ella se han desarrollados diferentes políticas de gobierno, respetando su contenido institucional, por tanto, queda bien claro, que esta ordenación jurídica está constituida por principios e intereses de los diferentes componentes nacionales, con vigencia y legitimación democrática confirmada por los gobiernos de Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños,

Abril de 2018 llega en el marco jurídico definido por esa constitución, cuya legislación es reconocida por los nicaragüenses y la comunidad internacional, no existen parámetros dictatoriales, si estamos empleando los mismos instrumentos utilizados por gobiernos anteriores, ahora bien, si nos queremos apegar a los índices de popularidad de los gobiernos, hasta hoy, esos parámetros, no han sido en el sistema democrático occidental suficientes para provocar una moción de censura o un “Impeachement”, si fuese así, el presidente francés Emmanuel Macron no hubiese durado un año en el gobierno. Pero los problemas de impopularidad están lejos de un Gobierno que, en medio de la crisis, viene de ganar unas elecciones autonómicas con más del 58% del electorado. A esta legitimación electoral, y a la Constitucional del párrafo anterior, cabe añadir las declaraciones del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro en Estados Unidos y en Nicaragua, en 2018, sobre la legitimidad del gobierno del presidente Ortega, electo, según su afirmación, de forma democrática.

V) La intervención de 2018

Es importante dimensionar cada elemento que nos conduce a los acontecimientos de abril, y situarlos dentro de la estrategia de desestabilización, sobre todo aquellos vinculados a factores psicológicos e ideológicos. El principal objetivo del golpe de abril, en ningún momento fue revelado por los organizadores de violencia, ni ha sido mencionado en las negociaciones para resolver las atrocidades provocadas por ellos mismos. Este punto es medular, y tenemos además de subrayarlo, que dejarlo muy claro, si resaltamos el objetivo del golpe, este nos lleva a la razón, permitiéndonos descubrir la verdad sobre los acontecimientos.

La principal estrategia en la acción consistía en ocultar lo ocurrido, lo que ocurría y contra quién era dirigida la violencia, que buscaba más violencia. Todo estuvo bien organizado, nada, fue fortuito y cada quien desempeñó su papel en su momento y en las condiciones esperadas: La iglesia católica nicaragüense, por algunos de sus prelados importantes, que indiscutiblemente no comprometen a toda la institución, algunos medios de difusión, que actuaron como desinformadores y como parte del golpe, los políticos no tradicionales, los organismos internacionales, etc. Sus acciones fueron necesarias en conjunto para obtener el resultado esperado: engañar a las familias nicaragüenses vulnerables a la artimaña.

El golpe de abril no fue montado con el objetivo de derrocar solamente al presidente y la vicepresidenta de Nicaragua, fue dirigido directamente contra el FSLN como institución política. Tenemos que aclararlo como investigadores, sociólogos, historiadores, politólogos o como simples narradores de lo ocurrido, este paso es imperativo para la memoria histórica de los nicaragüenses, debido a que dimensiona la estrategia, que consiste en centrar una campaña política contra el gobierno constitucional, para no declarar una guerra abierta contra el FSLN, como partido de masa.

La oligarquía nacional, la iglesia católica (algunos de sus miembros) y los diferentes sectores políticos emergentes, algunos surgidos con el golpe, hacen campaña contra el gobierno, prefiriendo no mencionar contra quien es dirigido el efecto de lo planificado, que llevaría a confesar, un intento de destrucción por mandato extraterritorial, de una institución política (FSLN), que representa la mayor parte de intereses de los nicaragüenses, por una vez en la historia de este país. Todos los sectores de la sociedad nicaragüense estaban embarcados en el crecimiento económico de Nicaragua, y los resultados lo demuestran, no existía una brecha hasta abril del 2018, sobre el modelo económico y productivo, y menos, sobre el modelo político, legitimado por la Constitución de 1987, elaborada por los sandinistas.

VI). La deuda pendiente

El objeto de los ataques en este momento de luchas políticas en Centroamérica, se denomina FSLN, hay situaciones en las que para la política internacional de los Estados Unidos, es necesario analizar sus intereses con carácter hemisférico, y esto sucede cuando se rompen, o se debilitan los mecanismos de sumisión política o económica por uno de sus “sumisos”: En los años ochenta el FSLN, fragmentó el molde de sumisión político militar; y la consecuencia fue una salvaje intervención armada y el bloqueo comercial; en el siguiente siglo, el FSLN ha vuelto a romper el modelo de sumisión económico por medio de un pacto, que estaba dejando al aliado tradicional de los Estados Unidos, la oligarquía nacional, con menos fuerza en el sistema de influencias políticas y económicas, lo que conlleva el riesgo de cohabitar con un nuevo modelo, abierto a un intercambio comercial internacional, no compatible con el modelo impuesto desde la creación de la Doctrina Monroe.

Fuera de las luchas proyectadas a nivel mundial por el imperialismo norteamericano, ahora en alianzas con la Unión Europea, sus estrategias regionales tratan de centrarse en el mantenimiento del “status quo” en las estructuras de dominación mundial, que consiste en conservar sus aliados tradicionales, aunque en algunos momentos de la historia tengan que intervenir directamente, para corregir la incapacidad y torpeza de la oligarquía nacional. Las luchas del pueblo nicaragüense directamente contra los Estados Unidos (1927-1934; 1979-1988), en defensa de la soberanía y la independencia, ha generado una serie de circunstancias, que definen las malas relaciones existentes entre algunos sectores de la clase política norteamericana y el FSLN, se trata de una deuda pendiente fácil de encontrar si respondemos a las siguientes preguntas:

¿Cuáles son las razones por las que las clases dirigentes de la extrema derecha, y los altos mandos militares norteamericanos han mantenido una posición agresiva hacia el FSLN?, las razones nos las facilita la historia: Nicaragua ha sido el país latinoamericano, que ha dado los más fuertes reveses al Imperialismo Norteamericano a lo largo de su ejercicio imperial: su primera derrota militar en 1933 ante el General Sandino, reconocida por el Pentágono como tal; primera derrota a su política exterior, en 1979, obligando a los Estados Unidos a elaborar una nueva estrategia geopolítica, que consistía en quitar apoyo a las dictaduras militares, sustituida por democracias formales afines a la política exterior norteamericana.

El triunfo sandinista de 1979, significó el nacimiento de los regímenes democráticos en América Latina, con el fin de las dictaduras militares: Brasil (primeros cambios 1980), Honduras (elecciones en 1982), Argentina (elecciones democráticas 1983), Uruguay (elecciones democráticas en 1984), Chile (elecciones en 1989). Estos gobiernos militares y autoritarios fueron los primeros en caer como consecuencia del derrumbe de la dinastía de los Somoza, que no dejaba una transición posible con las viejas oligarquías nacionales y los sistemas militares que las protegían. Ningún análisis político, puede poner en tela de juicio tales argumentos, sustentados por realidades políticas que nos llevan a concluir que, uno de los países más pequeños de América Latina ha pegado los más fuertes reveses al imperialismo norteamericano.

Enfocar los sucesos de abril 2018 en Nicaragua, como acontecimientos coyunturales o circunstanciales, no responde de ninguna forma a la verdadera razón de lo acontecido, hacerlo de esa forma nos sitúa fuera de toda realidad dialéctica, lejos de la razón, que, en su busca, nos permite descubrir que existen familias de la oligarquía conservadora que en su afán de conseguir el poder han pactado con nacionales y extranjeros, utilizando a los sectores humildes como carne de cañón a lo largo de la historia de Nicaragua.

Querer ver los acontecimientos de abril del 2018, fuera de su óptica histórica, es un error, que puede llevarnos a repeticiones, que es posible eliminar, colocando a sus actores en el lugar que les corresponde.