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COVID-19 ¿Un reflejo del Antropoceno? Hipótesis y aproximaciones

COVID-19 ¿Un reflejo del Antropoceno? Hipótesis y aproximaciones

Hay muchas conjeturas acerca del origen de la pandemia COVID -19, que hoy azota a la humanidad. La misma ha sorprendido al mundo y aparentemente nos ha tomado desprevenidos. No obstante, ya habían manifestaciones contundentes de pandemias catastróficas, como la gripe española, la gripe asiática, la gripe de Hong Kong, el sida, y en este siglo, epidemias como el SARS, la gripe aviar, la gripe H1N1 y el ébola en África. Todas, por diferentes causas, pero al final haciendo estragos muy visibles en la humanidad, como los que hoy estamos resintiendo, pero ahora en un mundo muy interconectado, que facilitó que la pandemia corriera a la velocidad de la luz y tenga al planeta como un rehén.

Los seres humanos somos los principales responsables de la fractura ecosocial que hoy vivimos y un reflejo de esa fractura son las pandemias, que no podemos dejar de vincular a los efectos irreversibles de las actividades humanas en los ecosistemas y el clima de la tierra. De ahí que, hoy se hable de un nuevo tiempo “geológico”, el Antropoceno. Al respecto Fernández Durán (2012), expresa:

Lo que está aconteciendo en el orbe, es un nuevo tiempo geológico, como consecuencia de la aparición de una nueva fuerza capaz de modificar por sí sola la faz de la tierra: La humanidad, y ese tiempo geológico se denomina “El antropoceno”, en sustitución del holoceno, éste con unos doce mil años de duración, que coincide con el inicio de la agricultura y la expansión y evolución de las distintas civilizaciones humanas ha llegado a su fin.

Aunque hay diferentes grados de responsabilidad de los seres humanos en la degradación ambiental del planeta, hay que señalar con mucho énfasis el papel de las grandes transnacionales relacionadas con alimentos, petróleo, minerales, entre otros, diseminadas por el mundo, que con el apoyo de gobiernos, han tenido una incidencia muy marcada, para hacer posible esta nueva era geológica y sus efectos en materia climática, que la hemos venido padeciendo de manera continua, sin tener todavía mecanismos de adaptación sostenibles. Relacionando esto con las catástrofes virales, el sociólogo Jeremy Rifkin, opina: “la vida animal y la humana se acercan cada día más como consecuencia de la emergencia climática y, por ello, sus virus viajan juntos”.

No esta demás señalar, que en el contexto de la economía lineal que nos movemos, (producir-consumir-desechar), representada por un modelo económico mundial voraz, depredador y antiecológico (deforestación, monocultivo, alimentos transgénicos, industria de crianza de animales, extractivismo, etc.), se sientan las bases de la insostenibilidad ambiental y por ende sanitaria y social. Al respecto, la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y secretaria general adjunta de las Naciones Unidas, Inger Andersen, ha expresado en una
reciente entrevista que: “el brote del coronavirus es, de alguna forma, un mensaje de la naturaleza”.

Expertos del PNUMA, expresan además que:

la intensidad con la que se están llevando a cabo las explotaciones ganaderas, agrícolas y mineras, junto con prácticas de construcción de viviendas poco respetuosas con el entorno, han mermado las fronteras entre la vida salvaje y la humana, debilitando los mecanismos naturales de contención de plagas y enfermedades. En este sentido, el coronavirus supondría un claro aviso de estos peligros, al ser una enfermedad zoonótica, que se transmite de los animales a las personas.

En tanto, Schmid (2015), citado por Fonseca (2020),

El cambio climático puede desempeñar un papel seguro en la aparición de las pandemias ya que tiende a aumentar la variabilidad del clima, desestabilizando a las poblaciones de vida silvestre, lo que a su vez genera una situación más propensa a que se produzcan brotes entre las especies. Hay, además, otras formas de propagar los virus de la vida silvestre, como cazar carne de animales salvajes o simplemente que la civilización invada la naturaleza.

En este complejo problema del cambio climático, no solo tienen responsabilidad las multinacionales, también los territorios, las comunidades, son causantes de trastornos ambientales. La fractura metabólica del ecosistema la provocan cuando en el sector rural de muchos países, sobre todo “países en vías de desarrollo”, deforestan, contaminan las aguas, usan irracionalmente pesticidas, hay escaso o nulo control sanitario, quemas, manejo irracional del suelo, entre otros.

De igual manera, en las ciudades, basura, mal manejo de desechos sólidos, asentamientos espontáneos y urbanizadoras voraces. ¿Acaso no es la mano de la especie humana, la responsable de lo antes señalado? ¿Acaso no es la era Antropocénica que nos refiere la Sociedad Geológica de Londres? Un ejemplo muy aleccionador, es lo que pasó en nuestro país, cuando entre 2012 y 2013, sufrimos los embates de la roya en nuestra caficultura. Sin duda, estos eran signos inequívocos de los efectos del cambio climático. Es un reflejo de como los virus, hongos y bacterias se multiplican cuando tienen las condiciones apropiadas que nosotros les hemos creado, de forma consciente o inconsciente.

Hoy en día, cuando todavía los efectos de la pandemia en el mundo están presentes, ya se habla de una nueva cultura de trabajo y de estudio postpandemia. Se incrementa la demanda de plataformas virtuales para hacer reuniones grupales, programas para hacer seguimientos de los equipos, en fin, toda una fiebre de herramientas de trabajo, en las que, posiblemente unos cumplen y otros no, pero finalmente está impulsando un cambio cultural, que deberá tener sus parámetros para evaluar su productividad, su efectividad. Quienes piensen que están cambiando las reglas del juego, se equivocan, es que cambió el juego y hay que jugarlo con mucha responsabilidad. Esto, porque estamos en un mundo postpandemia, donde sostenibilidad, sustentabilidad, alternativas al desarrollo, conciencia ecológica, resiliencia, energías limpias, biodiversidad, producción sana, pertinencia educativa, entre otras, están más vigentes que nunca y debemos empoderarnos desde un enfoque sistémico y civilizatorio.

Tiene que ser un cambio cultural incidente con su reflexión y praxis que contribuya a repensar un mundo nuevo, que impregnado de incertidumbres racionales, genere propuestas para salvar a la civilización de las catástrofes como la actual. A su vez, generar conciencia individual y social para enfrentar el cambio climático como un flagelo que hoy nos está destruyendo.

No hay una formula mágica para detener el cambio climático, solo un esfuerzo sostenido de la comunidad de naciones, donde se llegue a serios compromisos para poder hacerle frente. Las famosas cumbres (COOP), que se vienen impulsando año con año, auspiciadas por las Naciones Unidas (ONU), no han tenido resultados convincentes, sus resoluciones han sido papel mojado, por lo que, no debe extrañarnos que aparezcan nuevas epidemias y pandemias.

Hasta el mismo foro de Davos, donde se reúne la élite del capitalismo mundial, reconoce el impacto del cambio climático, lo que pasa es que les convienen más sus ganancias que el futuro de la humanidad. En el último foro, realizado en enero del presente año, en un acápite del informe final, Serrichio (2020), dice:

Entre los riesgos de “estancamiento del progreso» el informe apunta a un nuevo aumento de la polución ambiental. Si bien las emisiones globales caerán 8% este año, gracias a fenómenos como los observados a principios de año en China y Lombardía (Imágenes), dice el informe, cumplir los objetivos ambientales requiere una caída sostenida de las emisiones a un ritmo de 7,6% anual hasta 2030, meta por cierto difícil, teniendo en cuenta que tras la crisis de 2008/09, en que las emisiones cayeron 1%, en los doce meses posteriores crecieron 5 por ciento.

La COVID-19 nos debe llevar a la reflexión, a la propuesta de nuevos paradigmas, al reto de contribuir por un mundo más humano y más sostenible. Tenemos que viabilizar propuestas pertinentes como la economía circular y saber que lo que se produce y se consume, reciclarlo para reutilizarlo e innovar; promover de paso el ahorro y la sanidad. Fomentar la economía del comportamiento para sentar las bases de la austeridad, la sana alimentación y romper con los vicios de la sociedad de consumo, expresión de la economía lineal.

Además, gestionar conocimiento que promueva una ecología de saberes entre letrados y empíricos, que popularice la ciencia en función del bien común. Conciencia y praxis ecológica que preserve el ecosistema como símbolo de sostenibilidad y sustentabilidad de la vida en todos sus ámbitos. La sostenibilidad de las políticas de adaptación al cambio climático en el campo y la ciudad. Impulso de programas de soberanía y seguridad alimentaria reforzado con la diversificación productiva para garantizar la salud y energía para el trabajo y el estudio. Compromiso con la cosecha, conservación y buen uso del agua. Propuestas educativas pertinentes que tengan como ejes transversales la adaptación sostenible al cambio climático, el genero como un compartir de responsabilidades entre ambos sexos, el cuido de la Madre Tierra como una unidad especial en todos los subsistemas educativos y otras modalidades de formación, la promoción de energías limpias, el uso racional de la tecnología a través de plataformas educativas donde se comparta el conocimiento y se aplique creativamente.

En definitiva, la huella del Antropoceno es visible y con vaticinios apocalípticos sino actuamos a tiempo. Los seres humanos somos los responsables directos de la salvación del planeta, de nuestra propia existencia como civilización, recordemos que no existe un planeta B. Esta era geológica, requiere redireccionarla y la única forma de hacerlo y revertir las condiciones que hacen posibles los virus, es que esa redirección la acompañemos de una nueva era, la “Era CO”, nacida de las entrañas del coronavirus, que lo va a sepultar, porque va a estar basada en la Cooperación, Colaboración, Coordinación, Comunidad, Co-creación, Construcción, Compartir, Conexión, para que este nuevo mundo sea más humano, más propositivo, más creativo, más solidario, emprendedor y amigable con el medio ambiente.

Referencias bibliográficas

  • Fernández Duran (2012) El Antropoceno. [Artículo web]. Recuperado de: http://www.decrecimiento.info/2012/11/el-antropoceno.html.
  • Rifkin, J. (2020). Estamos ante la amenaza de una extinción y la gente ni siquiera lo sabe. [Entrevista] Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52411543
  • PNUD (2020). COVID-19: Un mensaje de la naturaleza. [Artículo web]. Recuperado de: http://www.fundacionmicrofinanzasbbva.org/covid-19-un-mensaje-de-la-naturaleza-segun-el-programa-de-las-naciones-unidas-para-el-medio-ambiente/
  • Fonseca, X. (2020). Así puede generar un cambio climático una pandemia global. [Artículo web]. Recuperado de https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2020/05/22/genera-cambio-climático-pandemia-global/00031590142593972629692.htm
  • Serrichio, S. (2020). Post-pandemia y “nueva normalidad”: la economía, entre la aceleración del cambio y las fuerzas de la desglobalización. [Artículo web]. Recuperado de https://www.infobae.com/economia/2020/05/24/post-pandemia-y-nueva-normalidad-la-economía-entre-la-aceleración-del-cambio-y-las-fuerzas-de-la-desglobalización/

MSc. Eduardo López Herrera

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